PUNTO DE VISTA: Carta de un senegalés para
España
Antes de nada, perdonadme mis impertinencias
humanas. Lo siento, siento la necesidad de preguntarle al aire en la escucha, ¿cuánta presión interna hay en uno mismo cuando su propio pensamiento se ve expulsando? Soy senegalés, resido en España desde hace más de un quinquenio. Cuando me
preguntan si quiero a mi país de origen, pienso, mi país es Senegal, mi
continente es mi querida mamá África de mis latidos y amor eterno. ¿Y a España?
A España, aprendí a quererla, la quiero y respeto además, en tierras gallegas por
donde me encuentro, en Galicia, más allá del color esperanza se dice que no
existe en el mundo una luz parecida al que desprende en cada uno de sus tiempos.
Mis amores en tierra me tienen. Cuando no hay amor, cuando no se sabe cómo
amar, cuando la vida deja de enseñar el amor. ¿Por qué esta vida ya no enseña el
amor?
Amor y odio figurativamente son
como dos bandas paralelas e iguales en anchura, son casi indisociables y están separados por una línea virtual muchísimo más delgada que un hilo de seda. Cada
banda igual de fuerte que la otra. A todo portador de los mismos, innatos en
todo humano desde todo principio, el matriz de espíritu colectivista, enseña el
poder del elector de la inteligencia emocional razonable. He decidido privilegiar
el sentimiento amoroso sobre todo sentimiento que reflota el odio. Ningún amor
puede ser singular. El amor no se
conjuga en singular. Sin amor, no se vive.
Lo siento, perdonadme mis
impertinencias por no tener vías para silenciar los movimientos de mi alma;
miento si digo que no caí en querer a España. Soy senegalés, mi alma es naturalmente
universal. Llego a amar todo nido que me cobija cuando lejos de mi lugar de
origen me encuentro.
Ahora, es posible confirmar en
cualquiera lengua, casi plenamente, cuando uno oye la palabra “comunista”, lo vincula directamente a sus "padres" esenciales, al ideólogo(Marx) o al practicante (Lenine), antes que a cualquier hecho evolutivo
vinculante y posterior a estos últimos. Esencia
ideológica y esencia practica. En la actualidad, cuando se descontextualiza la
esencia del vocablo en cuestión, todo análisis razonada pero sin el parámetro
imprescindible de, ¿en qué contexto histórico pasó/pasa? daría en falso. Los
comunismos anduvieron, el capital también. El análisis actual da que el futuro
económico social de España está en África y luego en América latina. La propia
ciencia política española ganaría al entender esta proyección de su propio futuro
directo. España es Europa y los europeos ganarían al entenderse entre si humanamente, en el caso contrario, probablemente volverían a emigrar otra vez
pero, de viejo. Una España potente en un comercio justo con África y África en una
nueva dinámica, podría dar luz a una Europa recapacitada. Este mundo es otro
mundo, toda estrategia colectiva narcisista se vuelve más que fanfarria en una vida de
todos para todos. Recordemos, el mundo se mueve.
El abrazo que sucede o se recibe
despierta en todos perfumes del viento del amor. Amor, míranos; aprovechando las
circunstancias: ¿para cuándo el válido voto del inmigrante que se siente uno
más entre todos?
Abdoulaye Bilal Traore.
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